martes, 26 de mayo de 2015

Maestro Manuel J. Bernal


MAESTRO MANUEL J. BERNAL

 ¡MAESTRO DE MAESTROS!10

Nació en La Ceja del Tambó5, el 2 de febrero de 192434. Fue el primogénito del matrimonio de quien para la fecha era el humilde jornalero Samuel Bernal y María Cleofe González8. Fue bautizado con el nombre de Manuel José, por la gran admiración que la familia le tenía al Arzobispo de Medellín de la época, Monseñor Manuel José Caicedo17.

Literalmente puede decirse que vivió y compartió con su progenitor la transformación de éste, de jornalero y músico aficionado30, e intérprete de la lira, a corista y organista13 titular de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen.

Manuel José, a la edad de seis años ya tocaba algunas obras en el órgano tubular de la iglesia, y para esa época ya era un alumno aventajado de su padre, de quien aprendió solfeo6 y las bases de la armonía clásica. A los nueve años ya reemplazaba a su padre en la interpretación de las obras que requerían las ceremonias religiosas durante las ausencias temporales de éste30, sin tocar el pedalero20, porque no lo alcanzaba. A los 12 años ya era miembro de la banda municipal dirigida por su padre, y en ella interpretó varios instrumentos musicales.

A los 17 años, después de haber vivido un temporada en La Ceja, en la que tertuliaba, otacaba en serenatas, y ejercía como aprendiz de sastre con don Jesús “Chucho” García, y don Antonio García62, se fue de su hogar paterno y se radicó en Abejorral, donde con una recomendación musical de su padre al cura párroco de la iglesia Nuestra Señora del Carmen, se instaló a laborar7 como corista de la parroquia. Este fue el comienzo de la labor profesional del músico y el final de la incipiente profesión de sastre.

 Fue el maestro de capilla35 de este municipio antioqueño entre 1942 y 194636, y en su honor compuso las obras Abejorral, y Alborada, esta última deja constancia musical de la alegría que representó, para él y su familia, el homenaje que le brindaron a don Samuel, su progenitor, las bandas municipales que se encontraban en concurso, durante una visita que su padre y su hermano Alejandro realizaron al municipio.

 Con 22 años de edad, y una musicalidad fuera de lo común10, el joven Manuel José viajó a Bogotá donde estudió composición y órgano durante dos años con el sacerdote italiano Egisto Giovanetti; al regresar a Medellín estudió piano con la pianista italiana Luisa Maniguetti34.

Fue a la Medellín de los radioprogramas famosos a donde llegó el joven Manuel José Bernal González, a buscar básicamente tres cosas: trabajo, reconocimiento artístico y fortuna31. En medio de sus expectativas del momento, siendo ya el corista de la Iglesia El Calvario38, surge una oportunidad de oro: La orquesta de La Voz de Antioquia requiere un pianista, y su director, el Maestro José María Tena Hernández39 abre un concurso para seleccionarlo. Es durante ese concurso cuando Manuel José deja ver su capacidad de lectura a primera vista, su conocimiento de armonía, y la destreza que le brindó el ser poseedor de lo que en música se denomina oído absoluto37.

En alguna ocasión le refería el Maestro Alejandro Bernal, hermano del Maestro Manuel J, y testigo excepcional de la carrera de éste, a sus hijos, que el Maestro Tena desde que asistió al ensayo de los concursantes,  le dijo a sus más cercanos colaboradores: “que haya concurso porque ya se citó, pero ya hay un ganador indiscutible”, se refería al joven Manuel José Bernal, quien cuando ocupó el puesto de pianista de la orquesta de la Voz de Antioquia se convirtió en Manuel J. Bernal.

Durante tres años Manuel J. continuó demostrando sus aptitudes artísticas como pianista y director adjunto de la orquesta81 de la emisora de mayor renombre en el país, ya que La Voz de Antioquia era la emisora con los artistas más importantes de toda Colombia, y la que tenía la mejor pauta publicitaria31.

 

En 1951, ante el fallecimiento inesperado del Maestro Tena39, el Maestro Manuel J. Bernal asume la dirección de la orquesta radial más importante del país31,40, en plena edad de oro de la radio69, permitiéndole dar a conocer a toda Colombia que además de ser un excelente pianista y organista versátil e insuperable, era un arreglista exquisito, dotado de una sensibilidad fuera de lo común10. Durante los 10 años al frente de la orquesta de La Voz de Antioquia40 recibió los más grandes elogios de la crítica especializada41 por su inigualable capacidad de dirigir42 todos los géneros musicales y por ser un  compositor innovador.   

 

En La Voz de Antioquia alternó, dirigió, y acompañó a las más rutilantes figuras musicales del momento, entre ellas: María Luisa Landín, Pedro Vargas, Juan Legido, Celia Cruz, Rafael Hernández, Marcos Cuadrado, Consuelo Velásquez, Nila Kara, Adelina Garcia, Matilde Díaz, Eva Garza, Leo Marini, Lucho Bermúdez, Mario Clavell, Pacho Galán, Los Hermanos Rigual, Los Rufino, Blanca Rosa Gil31,62.

En 1952 contrajo matrimonio con la señorita Lía Ghelman Wainer. De su unión nacieron: Gloria Eugenia, Jorge Humberto, Sonia María, Mónica, Clara Lía y Juan Manuel.

Una mañana de diciembre de 1955, mientras estaban sentados “tintiando” varios músicos en el café El Potro, propiedad del cantante argentino Alberto Podestá (ubicado en Maracaibo con Sucre), esperando que fueran las 11a.m, hora en la cual empezaba el ensayo del programa de la noche de la emisora La Voz de Antioquia, de Caracol, salieron de la musicalidad del Maestro Manuel J. Bernal, las notas que dieron vida y sonoridad al jingle69 más escuchado en la radio colombiana.

 

Esto sucedió cuando ingresó al café el locutor y radio actor Jaime Trespalacios101, quien después de saludar a la concurrencia le entregó al Maestro Manuel J. Bernal un papel en el que se leía: “De año nuevo y navidad, Caracol por sus oyentes, formula votos fervientes, de paz y prosperidad”43.

 

Acto seguido el Maestro Manuel J. Bernal, pidió una hoja, y sobre ella escribió la melodía, pidiéndole a su hermano el joven Maestro Alejandro Bernal que antes de comenzar el ensayo tocara en el piano lo que él había escrito en el café El Potro.

 

Cuando estaban tocando la melodía y cantándola, la escuchó el señor Alberto Toro Montoya, administrador de la emisora, quien de inmediato se entusiasmó con el mensaje navideño y le pidió al Maestro Manuel J. que montara la pieza musical que se grabaría y emitiría en el programa de esa noche.

 

Fue así como en la navidad de 1955 con el Maestro Bernal interpretando el piano y las voces de las integrantes del trío Primavera44 conformado por: Lillyam Bustamante y las hermanas Araque: Blanca70 y Myriam45, sonó por primera vez el jingle que año tras año nos recuerda a los colombianos que estamos en navidad.

 

En 1956 el Maestro Manuel J. Bernal recibió de parte de la República de Colombia una mención de honor, “por su labor en la divulgación de la música nacional a través de la radiodifusión”47, según lo constataba el Ministerio de Comunicaciones. De esta década son sus obras Medio siglo y Bodas de plata, dedicadas a sus progenitores. Y es también en ésta cuando se convierte en el connotado artista radial que dirigió La hora Coltejer, el programa musical más escuchado en el país en los años 5042.

 

A nivel nacional se le reconocía por su seriedad y modestia personal42, y su fecundidad como compositor. En ese momento de su vida ya sus tres pasillos más famosos y exitosos, dedicados a sus tres hijos mayores46, tenían renombre internacional:

Gloria Eugenia, obra musical que rompió el esquema tradicional del pasillo que se tenía hasta ese momento30. Es un pasillo atípico por los acordes de su introducción que empata con una primera parte muy melódica, en la segunda parte se entabla un diálogo melódico de preguntas y respuestas, para concluir con una tercera parte que en sus primeros compases resume las dos anteriores y, luego de un corte súbito de la armonía, retoma el tema inicial y lo concluye con brillantez15.

Jorge Humberto, cuya primera parte –según le contó el Maestro Alejandro Bernal a sus hijos- fue producto de la respuesta musical airada que dio el Maestro, tocando molto forte el piano, cuando al reportar que su esposa estaba esperando su segundo hijo, el interlocutor –en La Voz de Antioquia- le dijo que los estaba teniendo muy seguidos. Es un pasillo atípico en su introducción, la que a la vez forma una cadencia tonal de corte sinfónico, con una primera parte de vibrante melodía y con cortes rítmicos que significan el verdadero pasillo fiestero, una segunda parte en la que se disminuye el tiempo para darle énfasis a una romántica melodía que se acompaña de una rica armonía semitonal y un bajo que refuerza la melodía, y una tercera parte que retoma el tiempo inicial con una melodía que sugiere el fin de una crisis superada15.

Sonia María. Pasillo de hermosa y pacífica melodía y abundancia tonal15.

En 1960 el Maestro Manuel J. alcanzó otro éxito rutilante en su carrera creativa como compositor, al ganar el concurso abierto que lanzó Coltejer, con el fin de seleccionar la canción de navidad colombiana. Con el hermoso y magistral pasillo lento titulado Paz100, cuya letra es de Mario Jaramillo y la música de su autoría, fue reconocido con el primer premio, superando a los más de 1500 concursantes que enviaron sus composiciones. Esta sensacional obra se radiodifundió por primera vez en la Voz de Antioquia, cantada por gran tenor colombiano Jorge Ochoa y el trío Primavera de Lillyam Bustamante y las hermanas Araque: Blanca70 y Myriam.     

Fue a este talentoso músico antioqueño a quien le encargan en 1962 la dirección de los coros nacionales de 30 voces48 que acompañaron durante el Primer Festival Internacional de Ópera, a los músicos brasileros de la Opera de Río de Janeiro49. Durante este festival el gran tenor italiano Ferruccio Tagliavini, en un gesto de sensibilidad y admiración, le pidió al Maestro Manuel J. que dirigiera el 17 de julio de 1962 La Traviata, obra de Giuseppe Verdi, ante el público del Teatro Junín50.

 

Según le reportaba el Maestro Alejandro Bernal a sus hijos, los inicialmente incrédulos músicos brasileños, se quedaron pasmados ante lo que vieron el día de la presentación: El Maestro Manuel J. se paró esa noche frente a la orquesta, saludó con una venia al concertino, alzó la batuta, cerró la partitura, y dirigió la obra de memoria de principio a fin. El resultado fue apoteósico, tanto así que recibió invitación formal de parte de la Opera de Río para dirigirla en 196449. 

 

Después de la huelga de músicos de 1965, que buscaba mejorar los salarios de los artistas, el señor William Gil Sánchez81, procede a modificar la programación de la emisora Voz de Antioquia, impulsando las radionovelas y dándole un lúgubre final a los programas musicales en vivo que se emitían desde esa emisora.

 

Es entonces cuando la orquesta internacional de la Marcha de las Estrellas Colombianas, dirigida por el Maestro Manuel J. Bernal, y conformada por los distinguidos Maestros: Rafael Ortiz, Emilio “Millo” Velásquez, León Cardona, Jorge Gómez, Margoth Levi, Manuel Molina, Gabriel Uribe, Efraín Moreno, Alcides Lerzundi, Adolfo Podestá, Diego Vélez, Guillermo Robledo, Hernando Díez y el ahora llamado trío de las Estrellas integrado por Lillyam Bustamante y las hermanas Araque: Blanca70 y Myriam, comienza a animar las noches de la radio colombiana a través de la Radio Cadena Nacional51.      

 

Mientras laboraba como director de la orquesta de la Voz de Medellín, de RCN51 que tenía como programa estelar “La Marcha de las Estrellas Colombianas”, y era corista en la Iglesia Santa Teresita64, la empresa Atlas Publicidad le ofrece contratarlo para dirigir en la televisión colombiana La Hora Philips. Con este contrato se firmaba la despedida del Maestro Manuel J. de Medellín, y su llegada a Bogotá.

 

En la capital colombiana el Maestro Manuel J. Bernal obtuvo en 1965 éxitos rutilantes como director artístico de la disquera Philips62, y de La Hora Philips y Noches de Gala de la T.V. Nacional. También se desempeñó como director  de la orquesta de la emisora Nuevo Mundo,  de Caracol entre 1965 y 197162. De esa época es la famosa Misa Colombiana66 que lanzó con gran éxito la casa disquera Philips, compuesta e interpretada por él mismo, obra que contó con el apoyo pleno de la Iglesia Católica, a tal punto que dicha obra fue exportada a Francia, Estados Unidos de Norteamérica, y México67.

 

Con el grupo integrado por el propio Maestro Manuel J. Bernal como pianista y organista, Jaime Llano como organista, Felipe Henao, pianista; los Hermanos Martínez, Jaime y Mario; Paquito Nieto con las maracas, Célis, al bajo, trabajó en televisión en Noches de Colombia65 que conducía José Alarcón Leal y en Tierra Colombiana55, que hacían con Eucario Bermúdez.

 

En la década de los 70, el Maestro Manuel J., tuvo estupendas presentaciones con la programadora Cenpro T.V, en las cuales alternaba en el programa Los Maestros con el organista Jaime Llano, y los pianistas Oriol Rangel y Felipe Henao. Eventos que conjuntamente con su talentosa carrera en la radio lo hicieron merecedor al reconocimiento en 1974 como Artista del Año57. 

 

Como embajador cultural de Colombia tuvo el honor de interpretar los ritmos colombianos en La Casa Blanca30, ante el Presidente de Los Estados Unidos de Norteamérica, Mr. Gerald Ford59, y su Secretario de Estado Mr. Henry Kissinger, formando parte de la comitiva oficial que acompañó al Presidente Alfonso López Michelsen60 a ese país. También acompañó la comitiva presidencial del Presidente Julio Cesar Turbay a República Dominicana, donde dejó en alto el nombre de los artistas colombianos ante el Presidente Joaquín Balaguer y sus invitados62.   

.    

Antes de que la música colombiana del folklor andino: pasillos, bambucos, guabinas, joropos, torbellinos, etc, fuera relegada a pistas grabadas por parte de la televisión, el Maestro Manuel J. Bernal se presentó en varios programas en vivo de Embajadores de la Música Colombiana.

 

De esos tiempos es el pasillo Mónica, producto de un momento de inspiración que sucedió mientras le hacía mantenimiento en su casa al órgano Hammond. Dicho órgano requería un aceite refrigerador especial que se le tenía que echar cada seis meses; como parte del proceso había que prender el órgano y ponerlo a funcionar. En esas estaba el Maestro Manuel J., en compañía de hijo Juan Manuel80, cuando empezó a interpretar improvisaciones que le sonaron tan bonito que de inmediato se fue a transcribirlas en una partitura.

 

Músico extraordinario, era capaz de escribir una partitura de una obra sin tenerla que escuchar de nuevo, como lo repetía admirado en sus anécdotas el Maestro Jaime Santamaría33, a quien quince días después de haberle escuchado una sola vez un trisagio de su autoría, y haberle pedido la partitura para interpretarla, ante la negativa del Maestro Santamaría, Manuel J. le entregó la copia de la obra, tal cual se la había escuchado en esa única ocasión. 

 

El Maestro Manuel J. en 1983 realizó una presentación apoteósica en el Teatro Juan de dios Aranzazu, de la Ceja del Tambo, donde en compañía de sus hermanos, los Maestros Alejandro, Suso, y Alberto, -Bernal González- deleitó a los asistentes, durante dos horas que fueron ínfimas ante la emoción del público, que alborozado pedía que continuaran tocando30.      

 

Fatigado de la falta de apoyo del Estado a la cultura y al folklor colombiano, y las acciones inesperadas de algunas programadoras, tomó la decisión de retirarse de la vida artística y dedicarse a la familia y sus negocios personales. Es en ese momento cuando se escucha la frase: “Los Maestros perdieron su Maestro”15,17. 

 

Sólo en el año 2002, ante una sentida invitación que le realizaron sus amigos paisas, y la pastoral profesional de la Arquidiócesis de Medellín63, accedió el Maestro Manuel J. Bernal a deleitar al público antioqueño con la que sería su última presentación pública en Medellín. En una presentación emotiva en la que interpretó magistralmente hermosas obras de la música tanto en el piano como en el órgano, y mostró porque seguía siendo el Maestro de Maestros10 que tan gratos momentos le había brindado a su púbico.

 

El Maestro Manuel J. Bernal murió el 19 de mayo de 2004, en la Ciudad de Bogotá64.  

 

El Maestro Manuel J. Bernal siempre será recordado por ser el compositor de: Agnus Dei, Alborada, Amor criollo, Abejorral, Bodas de plata, Clarita, De año nuevo y navidad, Despedida, Doña Sonia, El gran cambio, Gloria Eugenia, Indiecita, Jorge Humberto, Juan Manuel, Los nietos, Lía melodía para el recuerdo, Medio siglo, Misa colombiana, Mónica, Nació el romance, Patria, Paz, Sonia María, Sonríeme morena, Sueño moreno, Ysabel, Vamos todos a gozar60.

 

Sobre las composiciones del Maestro Manuel J. Bernal, el Maestro León Cardona81 expresó: “Sus composiciones nacieron del desarrollo de ideas melódicas cuyo avance lleva una continuidad equilibrada, un contenido sonoramente lógico y su desarrollo es fluido. Su armonía supera los elementos básicos de los ritmos andinos colombianos, enriqueciéndose con cadencias sesudas, que respetan la creación musical.”      

 

De su producción musical como compositor, arreglista e intérprete existen 16 discos con grabaciones realizadas en varias casas. Con Fontana: Colombia de Oro 1, Colombia de Oro 2; con Zeida: Recuerdo Nupcial; con Silver: Recuerdos de Colombia, La Música inmortal de Luis A. Calvo; con Philips: Colombia Grande, Cantemos con Manuel J., Sucesos bailables 1, Sucesos bailables 2, Sucesos bailables 3, Los caracoles de oro, Misa Colombiana, Bien amada; con Fuentes: Colombia de gala, Allá en la Montaña, Al calor de tu afecto7,62.               
 
Escrito por Guillermo Alejandro Bernal Rodríguez, publicado en La música de nuestros ancestros, 2014, ISBN 978-958-58771-0-8

 

 

 

    

Maestro Jesús María (Suso) Bernal


MAESTRO SUSO BERNAL

 

Nació en la Ceja del Tambó5, el 20 de junio de 19417. Hijo del Maestro Samuel Bernal y doña María Cleofe González8. Fue bautizado con el nombre de Jesús María, pero siempre se le conoció como el Maestro Suso –Bernal González-.

Aprendió a tocar el armonio y el órgano tubular con su papá el Maestro Samuel Bernal Patiño, quien se desempeñaba como maestro de capilla97 de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, de La Ceja.

Estudió en el Colegio de San José de La Ceja, regentado por los Hermanos Cristianos26,  hasta 195832, cuando se desplazó a Medellín para terminar sus estudios95. Durante su paso por el colegio de La Ceja, era quien tocaba el armonio en las misas de las 7 a.m,  a las que debía asistir todo el colegio.

Al llegar a Medellín, a la vez que continuó sus estudios, comenzó a trabajar en las iglesias El Calvario38 y Santa Teresita, reemplazando a sus hermanos, los Maestros Manuel J. y Alejandro, y tuvo la oportunidad de asistir como invitado especial a los ensayos y presentaciones de la orquesta de La Voz de Antioquia, toda vez que su hermano mayor era el director orquestal40.

Trabajó en el área contable de camisas Vanidad y Cervecería Unión hasta 1980, momento en que comenzó su carrera como profesor de órgano con la organización Órganos Thomas, enseñando en la segunda academia que abrió esta empresa estadunidense en Medellín.

Desde su llegada a Medellín en 1958 hasta su regreso definitivo a La Ceja en 1996, fue organista y en algunas ocasiones, pianista en múltiples eventos religiosos y sociales, dentro de los que se destaca su periplo alternando con el Maestro León Cardona81 en el Club Unión de la ciudad.

El Maestro Suso en 1983 realizó una presentación apoteósica en el Teatro Juan de Dios Aranzazu, de la Ceja del Tambo, donde en compañía de sus hermanos, los Maestros Manuel J., Alejandro, y Alberto, -Bernal González- deleitó a los asistentes, durante dos horas que fueron ínfimas ante la emoción del público, que alborozado pedía que continuaran tocando30.     

 

Residenciado de nuevo en La Ceja, se convirtió en maestro de capilla de la basílica menor de Nuestra Señora del Carmen, de La Ceja8, y director del coro de la parroquia, funciones que cumplió hasta el día de su fallecimiento95, ocurrido en esta ciudad el 11 de junio de 2013.

El Maestro Alejandro le contaba a sus hijos que el Maestro Suso era el hermano que mejor cantaba, y cuya voz de tenor lo hacía miembro destacado de todo coro que integraba, amén de tener la capacidad de silbar magníficamente las canciones, en una forma tan especial, que en ocasiones se llegaron a realizar arreglos musicales, donde se le podía escuchar esta linda expresión artística.

El Maestro Suso fue un hombre generoso y bueno, orgulloso de su ancestro y cultor de sus costumbres, quien a pesar de no ser muy expresivo con sus sentimientos, estaba lleno de amor para con todos y cada uno de los miembros de su familia99.

Fue profesor de música de los seminarios Nuestra Señora, de Marinilla en 1998, y Cristo Sacerdote, de la Ceja en 199998, y conformó con el tenor Jairo Arturo Toro, el barítono Jesús Toro, y la magnífica soprano Adela Carmona15 –todos cejeños- una de las agrupaciones musicales más aplaudidas del oriente antioqueño.

Compuso la música del himno de la Institución Educativa Bernardo Uribe Londoño96, de La Ceja, y dejó su huella perenne al musicalizar Cejeñita72, el hermoso bambuco cuya letra es del gran amigo de la familia Bernal González, el músico cejeño don Antonio Garcia72;  en el que se reflejan la sencillez del hombre, y su capacidad musical para hacer unos giros melódicos con los que supo rendirles un hermoso tributo a sus paisanas15.

Escrito por Guillermo Alejandro Bernal Rodríguez, publicado en La música de nuestros ancestros, 2014, ISBN 978-958-58771-0-8




 
 



 

Maestro Samuel Bernal


MAESTRO SAMUEL BERNAL

Este humilde campesino oriundo de La Ceja del Tambo5, nació en la vereda San Miguel, el 13 de abril de 190013,14, en el hogar conformado por Blas Bernal y Francisca Patiño8. Fue el segundo hijo del matrimonio.

Debido a las circunstancias de lugar: vivía en la zona rural, lejana del área urbana del municipio, en los albores del siglo XX, y de modo: pertenecía una familia campesina pobre, su formación académica fue muy limitada, al punto de llegar a su juventud con nociones muy elementales de las letras y las operaciones aritméticas básicas. 

Dedicó su juventud al cultivo de las tierras de otros, jornaleando por un pago para su sustento, y en algunas ocasiones llegó a trabajar la arriería, con Valerio Carmona, su cuñado, principalmente entre el oriente de Antioquia y Medellín,  llegando a ir hasta los que ahora son los departamentos del Eje Cafetero21.

De ese tiempo sus mayores recuerdos, cuando hablaba de su niñez, se remitían a la pobreza en que vivían en su casa de “El Burro”, y a los desastres y hambrunas que causaron las plagas de langosta que azotaron el oriente antioqueño en la primera y la segunda década del siglo XX.

Gracias a su musicalidad innata10 que, según la tradición oral9, provenía del contacto con su abuelo paterno Juan María Bernal, quien interpretaba la lira, desde la edad de 11 años comenzó a tocar tiple, lira y guitarra103 en forma destacada, conformando un trío con Carlos Toro y Cruz Carmona, y con él amenizaban verbenas9.

Fue precisamente durante una festividad de la Virgen Inmaculada9,17, celebrada con toda la pompa en la vereda “Las Lomitas”, por el presbítero Jesús María Piedrahita Duque28, que Samuel y sus compañeros de trío, reforzado para la ocasión con Francisco Cardona, también músico de cuerdas, conocieron un armonio15. 

Después de una de las salves en la finca del Padre Piedrahita, el sacerdote invitó a Samuel a que tocara el armonio portátil, que había mandado traer desde la iglesia del pueblo, para ver cuál de los músicos lo podía poner a sonar. Al principio no pudo interpretar nada, pues desconocía por completo el instrumento y su teclado, pero luego se animó y como pudo toco de oído una pieza conocida15.   

Gracias a su capacidad musical logró interpretar en el armonio portátil los cantos en latín que él conocía, y que hasta ese momento se cantaban sin acompañamiento instrumental. Ante estos acontecimientos el Padre Piedrahita lo comprometió para que tocara en la iglesia, pero ya no en el armonio portátil, sino en el armonio grande, de fuelle.

El armonio grande era francés, con un teclado de 8 octavas y 14 registros (13 individuales para el teclado y uno que quedaba a la altura de la rodilla del ejecutante, que abría los 13 anteriores cuando se requería un tutti). Era de sistema neumático, contaba con dos pedales que llenaban de aire un fuelle a su interior15.

Viendo el sacerdote las capacidades artísticas de Samuel le contrató como profesor de música al Maestro José María Bravo Márquez16. Debía recorrer Samuel una distancia de 8 kilómetros a pie, desde su vivienda rural hasta la Iglesia, para recibir la lección en el armonio de fuelle, y luego devolverse ya de noche hasta su casa.     

En 1923 contrajo matrimonio con María Cleofe González Carmona y se trasladó de la vereda San Miguel a la cabecera municipal13. En ese momento era un campesino jornalero, que tocaba lira con sus amigos en un trío30, y estudiaba órgano con el organista mayor de la iglesia parroquial de La Ceja16 – el Maestro Bravo Márquez-31.   

Les contaba a sus hijos el Maestro Alejandro que, en ese momento la vida de Samuel -su progenitor-, sufría muchos cambios extremos, que en ocasiones no le eran fácilmente asimilables.

Uno de ellos tenía que ver con sus dedos y manos tan gruesos7 que eran toscos para la labor musical, por ello tenía que modificarlos para adquirir la agilidad digital y la flexión en sus muñecas, que le permitieran percutir adecuadamente las notas a la velocidad que el ritmo de las piezas le indicaban y con la exactitud que la partitura lo exigía.

Para este menester María, su esposa, le tenía preparada cada tarde, cuando llegaba de jornalear, una palangana con agua caliente, en la cual Samuel al llegar a casa, después de descargar la jíquera, el machete y el azadón, metía sus manos en la jofaina y las estiraba y flexionaba, para aflojarles las callosidades propias de la faena agraria18, acto seguido, cuando ya las sentía menos rígidas, se sentaba durante horas a practicar en el armonio.

Otro cambio que tuvo que asimilar fue el de calzarse, debido a que cuando el Maestro Bravo Márquez32 dejó su puesto de maestro de capilla97 en la parroquia de La Ceja, lo asumió el Maestro Jaime Santamaría Vasco30,31, quien aceptó enseñarle13 a tocar el órgano tubular, pero exigió que su alumno usara zapatos, para que le fuera más fácil y coordinado tocar los bajos del pedalero20. Lo anterior requirió dos acciones: aprender a usar zapatos, después de haber “andado a pie limpio” durante casi tres décadas; y tener que sacar de su exiguo jornal dinero para un lujo que en medio de las necesidades familiares era un gran sacrificio. 

Adicionalmente le correspondió continuar sufragando los costos de las clases que recibía, teniendo que destinar de su escaso salario como jornalero, la suma de 70 centavos mensuales, para pagarle al Maestro Santamaría13.

Amén de todas estas penurias y sacrificios, el tiempo que tenía que dedicar a arar la tierra para recibir un jornal, llevaba en ocasiones a Samuel a no rendir adecuadamente con el repertorio que le dejaban de tarea, haciendo que el Maestro Santamaría le expresara abiertamente al Padre Piedrahita, sus dudas sobre el compromiso de su alumno con la música.

Todo ello llevó a Samuel a tomar la determinación de rendirse y devolverse para “El Burro”7.

En esas deliberaciones consigo mismo estaba cuando María, su esposa, en un acto de osadía le al Presbítero Piedrahita contó de las intenciones de su marido, quien le ordenó no obedecerlo por mandato de la iglesia, y como deber marital no dejarlo abandonar la carrera musical17.        

Como reconocimiento a su constancia y capacidad musical, fue nombrado por el Padre Piedrahita en 192813, organista titular de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, cargo que desempeñó por 52 años -hasta 198010-.

Les contaba el Maestro Alejandro Bernal a sus hijos que, teniendo él 13 años, don Samuel, su progenitor, lo llevó a Abejorral a visitar a Manuel José, su hermano mayor, quien era el corista de iglesia Nuestra Señora del Carmen79, y a disfrutar de un concurso de bandas que había en el municipio. Decía el Maestro Alejandro que su sorpresa fue mayúscula cuando en una alborada, cinco bandas municipales se ubicaron alrededor de la plaza, y en homenaje a quien para ese entonces ya era un compositor reconocido, interpretaron al unísono Amanecer13 (marcha festiva, con la introducción y sus tres partes distribuídas de manera ordenada y en las tonalidades clásicas)15.

Músico respetado y admirado31, ortodoxo en la interpretación instrumental, llegó a tener en su repertorio obras de envergadura técnica, tales como oberturas y piezas de exigente ejecución, a más de la música religiosa del momento que requería de verdaderos virtuosos del órgano tubular10,20. También se desempeñó  como director de la banda parroquial de La Ceja, y al preguntarle en una ocasión cómo enseñaba a manejar instrumentos que él no tocaba, muy serio contesto:”para eso están los libros” 10.

Sorprende y contrasta el párrafo anterior, con el inicio de la biografía. La superación y el esfuerzo demostrados por el Maestro Samuel Bernal Patiño son dignos de admirar, toda vez que pasó gracias a su constancia, de ser un joven cuyos conocimientos del castellano eran rudimentarios18, a tener una caligrafía y ortografía7 que aún hoy en día son dignas de admiración entre quienes tienen contacto con sus datos, reportados en los libros que manejó pulcramente durante su ejercicio como secretario del despacho parroquial19.

Adicional a esa tarea tuvo que aprender a leer y comprender el italiano de los libros de música en los que estudiaba, y el latín, el idioma de la iglesia católica en  el tiempo en que se desempeñaba como corista, trabajo en el cual no sólo tenía que cantar sino escribir en papel pautado104 –musical- y enseñarle las obras a los miembros del coro9, para poderlas interpretar adecuadamente durante los servicios religiosos.

Pero su labor docente más importante y destacada la desempeñó enseñándole a sus hijos: Manuel J., Alejandro, Jesús María,  y Juan Alberto, solfeo, y las bases de la interpretación magistral del órgano tubular y el armonio, amén de la dirección musical, toda vez que también aprendieron a dirigir y realizar arreglos para grupos musicales, tal como lo aprendió El Maestro Samuel, de su profesor el Maestro Tomás Pérez29.

En su vida como corista titular de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen16, cantó además de trisagios, salves y entierros, 48.180 misas, y en su vida como músico formó seis bandas de músicos, cinco de cuerda, y la banda parroquial103.   

Miembro respetable de la comunidad cejeña, fue condecorado por la Santa Sede10. El texto del diploma reza así: “El Sumo Pontífice Paulo VI se ha dignado conceder la condecoración de la Cruz Augusta, por la Iglesia y por el Pontífice, al señor Samuel Bernal, establecida para aquellos que realizan una obra insigne. e igualmente le concede la facultad de lucir esta distinción. Ciudad del Vaticano, Septiembre de 1971103.

Al condecorarlo, el señor Obispo de la Diócesis de Sonsón-Rionegro, Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, le dijo: “Este homenaje no lo pidió usted, don Samuel, sé que no lo necesita. Este homenaje lo pidieron su párroco, su Obispo y sus amigos. No es un acto de agradecimiento, es un acto de justicia con un hombre que dedicó los mejores años de su vida al servicio de la comunidad”. En 1979 recibió la Orden al Mérito Cejeño, por su aporte a la comunidad13.   

A los 82 años de edad, debido a padecimientos severos de salud, tuvo que ser remitido a Medellín, profetizando antes de salir de La Ceja para esa ciudad, que “yo de este viaje ya no vuelvo”. Falleció en Medellín el 17 de marzo de 1982.

El Maestro Samuel Bernal Patiño, es el patriarca de una estirpe musical dentro de la que se destacan como organistas los Maestros Manuel J. Bernal31, Alejandro Bernal, Jesús María (Suso) Bernal, Alberto Bernal, y como cantantes del género religioso las Señoras Pastora Bernal, Isabel Bernal, y las Señoritas Carmen Emilia Bernal y Albertina Bernal.   

Músico fecundo compuso innumerables obras musicales, entre ellas tres dedicadas a sus hijos: Carmen, Nino, y Cecilia.



También compuso variadas marchas, valses, pasillos y pasodobles, dentro de los que se destacan: A Nena, Alegría, Amanecer, Amapola, Amorío, Angelito, Cariño, Corazón que llora, Hacia La Cruz15, Feliz año nuevo, Festejos, Flor del valle, Juguetón, Junto a la cruz, Lamentos, Ligia, Rintanita, Una noche, Oh Madre, Ven13,19.


Escrito por Guillermo Alejandro Bernal Rodríguez, publicado en La música de nuestros ancestros, 2014, ISBN 978-958-58771-0-8




 

Maestro Alejandro Bernal


MAESTRO ALEJANDRO BERNAL

 

Nació en la Ceja del Tambó5, el 13 de julio de 193425. Fue el séptimo hijo del matrimonio del Maestro Samuel Bernal y María Cleofe González8. Fue bautizado con el nombre de Alejandrino, y hasta la edad adulta se le conoció entre su familia como Nino.

Su contacto con la música fue desde su nacimiento, toda vez que su padre era el organista titular de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen13, y su hermano Manuel José, mayor que él 10 años, era ya músico reemplazante de su papá en algunos servicios religiosos, en los que interpretaba tanto el armonio, como el órgano tubular. Ambos Maestros fueron sus primeros formadores musicales.

Nino en ocasiones les narraba a sus hijos las penurias familiares de sus primeros años, debido a las dificultades económicas existentes en el hogar, a tal punto que algún día dijo: “cuando éramos niños comíamos carne una vez cada semana, cuando mi papá nos llamaba, cada día a un hijo diferente, y nos daba de la carne que a él le servían”.

Dentro de sus recuerdos musicales infantiles contaba con gran alegría acerca de las novenas a la Virgen Inmaculada, y las de Navidad, que acompañaba en “Los Anselmitos” (Vereda Las Lomitas de La ceja), en ocasiones con don Antonio García interpretando la flauta y don Antonio Bedoya interpretando el violín9 –músicos que también hicieron lo propio durante muchas festividades religiosas, acompañando en esa época a don Samuel Bernal y al joven Manuel José-.

Teniendo 12 años visitó con su padre al entonces corista de la iglesia Nuestra Señora del Carmen79 de Abejorral, su hermano Manuel José. Allí presenció un acto que por su hermosura e importancia familiar recordó durante toda la vida: vio y escuchó a cinco bandas municipales interpretando al unísono, durante una alborada, Amanecer, la obra insigne de quien para entonces ya empezaba a ser reconocido como un músico importante en Antioquia: el Maestro Samuel Bernal31.   

También recordaba que la primera vez que vino a Medellín, acompañó a su papá a comprar papel pautado al almacén de Los Vieco, y allí conoció al Maestro Carlos Vieco74, y también conoció un piano. Ante la curiosidad del menor –de 11 años- con el instrumento, el Maestro Vieco le pidió que tocara alguna obra. Nino fue aplaudido por el Maestro Vieco, al terminar de interpretar el pasillo Patasd´hilo75,104.           

Nino a los 14 años era un estudiante sobresaliente7 del Colegio de San José de La Ceja, regentado por los Hermanos Cristianos26, donde en 1948 se encontraba repitiendo segundo de bachillerato, porque a pesar de haberlo ganado con muy buenas calificaciones, no habiendo más años que cursar, su padre había tomado la decisión de evitarle la vagancia enviándolo de nuevo a este curso. 

Contaba que una mañana de domingo de marzo de 1948, mientras vendía el Obrero Católico27, escondiéndolo debajo de la ruana, porque le avergonzaba que lo vieran las muchachas realizando este oficio, lo observó Manuel J. desde el atrio de la iglesia de La Ceja, y le preguntó, cuánto valía cada periódico, y qué año estaba estudiando.

Cada periódico costaba un centavo. Fue entonces cuando Manuel J. le dio el dinero, y le ordenó que fuera a botarlos, y no le contara nada a su papá. Nino también le contó que estaba repitiendo segundo de bachillerato, porque no había más años que estudiar en La Ceja. Manuel J. le pidió que tuviera listo un ajuar para la semana siguiente, que él se lo llevaría a estudiar al Colegio de San José en Medellín. Esta anécdota fue el principio de una gran amistad que surgió entre los dos hermanos y que perduró hasta el final de sus días.

Llegado al Colegio de San José, tuvo Nino la oportunidad de demostrar el talento que existía en sus manos, cuando, llamado por la sonoridad de un piano, observó desde la puerta de un salón a un Hermano Cristiano francés, que sufría las repeticiones de los errores de su alumno, y quien en medio del desespero increpó al tímido estudiante cejeño cuestionándole qué hacía ahí parado. Nino ante la incredulidad del profesor y del alumno respondió que él sabía tocar la Marsellesa73.

El Hermano Cristiano pasó del infierno al cielo, y Nino se convirtió en la figura artística del Colegio de San José. Tanto así que de ahí en adelante fue su músico de cabecera a nivel escolar.  Esta ventaja le permitió solicitar permisos que generalmente no se le daban a los estudiantes internos, y que lo llevaron a conocer los más importantes artistas mundiales que visitaban a Medellín31, y a vivir de la mano de su hermano mayor los ensayos de los excelentes músicos que componían la orquesta de la Voz de Antioquia, dirigida en ese entonces por el Maestro José María Tena39.

A la muerte del Maestro Tena, el Maestro Manuel J. Bernal lo reemplazó como director de la orquesta de la Voz de Antioquia31, lo cual le brindó a Nino la oportunidad de alternar como pianista con figuras de renombre internacional que visitaban la ciudad, hecho que lo animó a profundizar sus estudios interpretativos  del instrumento con la pianista italiana Ana María Penella25. 

En el Medellín de la década de los 50 reemplazó a su hermano, el Maestro Manuel J. Bernal, como organista de la iglesia El Calvario38, y tuvo las primeras oportunidades de amenizar recepciones sociales en las cuales alternaba con su ilustre mecenas10. Estudió durante dos años en la facultad de ingeniería electrónica de la UPB25, pero en 1955 tomó la determinación de dedicarse por completo a la música78.

En una ocasión en que iba a interpretar una melodía en directo, en la Voz de Antioquia, el maestro de ceremonias Rodrigo Correa Palacio76, le preguntó el nombre del artista que debía anunciar, y Nino le respondió: Alejandrino Bernal. Don Rodrigo fuera de micrófono le dijo que él no “anunciaba un artista con un nombre tan feo”, y decidió anunciar por cuenta propia al músico Alejandro Bernal, nombre artístico que de inmediato Nino adoptó.

Hasta 1963 el Maestro Alejandro Bernal se desempeñó como pianista auxiliar de la orquesta de la Voz de Antioquia, corista de la Iglesia El Calvario, y organista en diferentes centros culturales de Medellín, dentro de los que se destaca el Bar Las Américas77, famoso tertuliadero de la ciudad de la eterna primavera, donde departieron y vivieron gratos momentos musicales los personajes más destacados de la sociedad, con música en vivo, interpretada en el órgano por el Maestro Alejandro Bernal.

De esa época y de la amistad con su coterráneo, el poeta Darío Ángel, surgieron las creaciones musicales: Queja, Amparo y Al pie de tu reja102, cuya letra es del poeta, y la música es de su autoría; y los pasillos instrumentales Linda, y Agridulce, que son un catálogo de elegancia melódica, técnica pianística y gusto armónico. Del mismo periodo es Flor cejeña, creación literaria del cantante de Los Zorzales Óscar Osorio, y musicalización del Maestro Alejandro Bernal15.

Es durante ese lapso de tiempo que, en conjunción con las diferentes actividades como músico en la ciudad de Medellín, integra la orquesta de Los Hermanos Martelo71, donde interpretaba los teclados, en especial el piano, y adquiere la destreza propia de los soneros que ejecutan los “tumbaos” armónicos de los aires musicales tropicales.

Durante toda su vida profesional hizo orgullosa alusión a su paso por esta agrupación caribeña por dos motivos principales: ser de los pocos “cachacos” que conformaban la orquesta; y tener la habilidad musical para haber hecho una transición destacada entre su formación musical inicial en la cual había mucho compás de tres por cuatro –valses clásicos, y bambucos colombianos- a los compases binarios de las cumbias y los porros46.  

En 1963 viajó a Nueva York donde estudió armonía, y aprendió la técnica con la cual algunos organistas estadunidenses hacían “hablar” el órgano Hammond, novedoso espectáculo interpretativo que al regresar a Colombia, le era solicitado frecuentemente durante sus presentaciones, ya que era el único músico que lo realiza en Antioquia. Durante su estadía en los Estados Unidos de Norteamérica alternó como organista, en el restaurante español Puerta del Sol de Manhattan, con el Maestro Aníbal Ángel82.

En 1964 regresó a Medellín, trayendo consigo un moderno órgano Hammond que le permitió trabajar como artista independiente e incursionar profesionalmente como organista, interpretando géneros tropicales, hecho que lo aproximó a las casas disqueras, que buscaban artistas que interpretaran los aires musicales del Caribe que estaban en furor en ese momento.

En 1965, tras la partida de su hermano el Maestro Manuel J. Bernal, a Bogotá, se convierte en el director de la Orquesta de las Estrellas de RCN78, y en el corista de la Iglesia Santa Teresita, y a su vez se cotizaba en el mercado disquero nacional, con discos de larga duración como “Órgano y ritmo” de Discos Fuentes84. Este éxito musical lo catapultó y le permitió integrar el elenco artístico que amenizó el Reinado Nacional de la Belleza, en Cartagena, alternado con los cantantes Jairo Villa, y Harold Orozco. En este año contrajo matrimonio con la señorita María Sonia Rodríguez Molina. De su unión nacieron: Guillermo Alejandro, Carlos Mauricio, David Fernando y Luz María.   

Coltejer, una empresa textilera de renombre nacional, fundada en 190783, quiso celebrar sus 60 años con un acto que fuera grandioso, y dejara grata recordación. Por eso en 1967, el Maestro Alejandro Bernal fue contratado para dirigir el concierto conmemorativo, en el cual se interpretaron hermosas piezas colombianas, a las cuales el Maestro Bernal, por solicitud expresa de los contratantes, les debió realizar arreglos semisinfónicos, que permitieron crear un imaginario donde se podían escuchar obras consideradas joyas de la música colombiana, con modificaciones que se ajustaban a las características de algunos compositores clásicos, logrando con ello una mezcla que sin desvirtuar la composición original dejara percibir cómo hubiera sido interpretada si la hubieran creado músicos como Beethoven, Mozart, Schubert, Chopin, entre otros. El resultado fue tan bueno que, al finalizar la presentación, el Maestro León Cardona81, se le acercó al joven director de orquesta, y lo felicitó por los extraordinarios arreglos, y la pulcra dirección orquestal.  

A principios de la década de los 70 es contactado para componer la música del himno del Atlético Nacional. Hasta mediados de la década de los 70 fue artista de las disqueras Codiscos y Sonolux, y laboró como artista independiente, amenizando reuniones sociales en las cuales en ocasiones también tocaba a dúo con el Maestro León Cardona, con el cual se presentaban en el Hotel Veracruz y en el Club Unión81. Es en este periodo de su vida donde toma la determinación de tramitar el cambio jurídico de nombre, y recibe documentos legales que acreditan que su nombre es Alejandro Bernal González.      

En 1978 se celebraron en Medellín los XIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, donde tuvo el honor de representar a los artistas antioqueños e interpretar el órgano ante las delegaciones deportivas que desfilaron en el Estadio Atanasio Girardot durante la imponente ceremonia inaugural.

Es finalizando esta década cuando compone el pasillo Luz María, dedicado a su hija menor, y aunque el pasillo es instrumental86, de esta obra en especial, solía mencionar con frecuencia el Maestro a nivel familiar que la segunda sección de la melodía87 lo podía convertir en un pasillo vocal86 y su letra era según su cantar:

Mi linda niña                                                Mi linda niña     

Luz María                                         Luz María

Luz María                                         Luz María

Chupa dedo                                     Mi linda niña

Luz María                                         La luz

Chupa dedo                                     de mi corazón

      

Con el advenimiento de la venta masiva de órganos en Colombia, la casa fabricante estadunidense Órganos Thomas se instaló en Medellín, y como valor agregado  abrió una academia de órgano, contratando al Maestro Alejandro Bernal como su director en la ciudad. Comienza con esta actividad otra faceta muy importante de la vida musical del Maestro, quien también llega a trabajar como profesor de música por varios años en el Colegio Betlemitas85 de Medellín.  

 

Después de una fructífera labor como profesor en la Academia musical de Órganos Thomas, durante la cual varios de sus alumnos salieron ganadores en los concursos que se realizaban en la televisión –en Animalandia94-, toma la determinación de continuar su labor docente en su propia academia musical, llamándola Academia de órgano de Alejandro Bernal.

En su academia el Maestro Alejandro, autónomo plenamente para desarrollar su método de enseñanza, rompió el paradigma que habían tenido hasta ese momento las instituciones de educación musical, bajo el cual sólo se le debía enseñar música a quienes tuvieran aptitudes musicales, ignorando los deseos de los estudiantes, y supeditándolos a la aprobación de un examen de clasificación para poder determinar si eran elegibles o no para el aprendizaje.

Este cambio de concepto, significo una apertura para que toda persona que quisiera aprender a tocar un instrumento –en este caso los teclados- lo pudiera hacer, encontró eco en la República de Colombia, que tomo la tesis como ejemplo y la amplificó a nivel nacional, representando ésta una idea formativa novedosa que le mereció en 1982 el reconocimiento del Ministerio de Educación Nacional y la condecoración Francisco de Paula Santander, “como homenaje a los servidores más eminentes de la cultura nacional” 88.

Conjuntamente con su trabajo educativo, el Maestro Alejandro en 1983 realizó una presentación apoteósica en el Teatro Juan de Dios Aránzazu, de la Ceja del Tambo, donde en compañía de sus hermanos, los Maestros Manuel J., Suso, y Alberto, -Bernal González- deleitó a los asistentes, durante dos horas que fueron ínfimas ante la emoción del público, que alborozado pedía que continuaran tocando30.      

 

Con el paso de los años, y las severas dificultades de salud que padeció, producto del asma alérgica, y la diabetes, fue disminuyendo sus apariciones públicas, dedicándose casi por completo a la enseñanza de la interpretación de los teclados y a la grabación casera de la música que alguna vez compuso y/o interpretó.  

 

El 26 de agosto de 1992 la Secretaría de Educación y Cultura del Departamento de Antioquia le informó que su obra “Linda” ha sido “ganadora” del primer premio en el II Concurso de composición “Carlos Vieco Ortiz. El jurado opina de su obra: Pasillo de corte moderno en la primera parte, con buena estructura armónica. La segunda parte y la tercera son un poco más comunes, pero sin caer en la monotonía; la escritura es perfecta y está de acuerdo con la grabación89.

En el año 2005 toma la determinación de no trabajar más en la música, debido a sus severos quebrantos de salud; es en ese momento cuando su amigo el tenor Víctor Hugo Ayala93 le pide el favor de que le grabe las pistas de las obras que ha cantado con maestría en tantos rincones del mundo y que con tanto acierto interpretativo le acompañaba el Maestro Alejandro en Medellín.

Por medio de la Resolución 009 de 2006, la Honorable Asamblea de Antioquia90, le confirió la Orden al Merito Cívico y empresarial Mariscal Jorge Robledo, Grado Oro al Maestro Alejandro Bernal González, por sus valiosos aportes y esfuerzos realizados en bien de la formación y divulgación musical y sus aportes a la cultura en el Departamento, y determinó colocarlo como paradigma digno de imitar.

De igual forma en el mismo acto realizado en una hermosa ceremonia en el teatro Juan de Dios Aranzazu, del Municipio de La ceja, el Honorable Concejo Municipal de la Ceja del Tambo91, por medio de la Resolución 004 de 2006, lo puso como ejemplo de probidad, de don de gentes, y de hombre de bien, imponiéndole el Escudo del Municipio.  Ésta se puede decir que fue la última aparición pública del Maestro Alejandro, a quien las enfermedades y la fatiga de su vida bohemia y musical92, lo fueron menguando hasta llevarlo a la muerte en la ciudad de Medellín,  el 07 de agosto de 201092.

Sobre las composiciones del Maestro Alejandro Bernal, el Maestro León Cardona81 expresó: “Sus composiciones desarrollaron ideas melódicas  atrevidas, producto de las inquietudes musicales de un compositor conocedor de las novedades contemporáneas, quien aplicándolas no afectó sus obras con extravagancias inaceptables, logrando composiciones de belleza auditiva, que superaron los estándares melódicos y armónicos del momento.”      

De su producción musical como compositor, arreglista e intérprete existen 7 discos, 1 casete, y 7 compactos con grabaciones realizadas en varias casas. Discos Fuentes: Órgano y ritmo 2, Órgano y ritmo 4;  Coltejer 60 años; Oh qué delicia,  Ay que delicia, Excitante, Tangos en la noche; Grandes éxitos Alejandro Bernal G; La música es vida en la magia de Alejandro Bernal González y sus teclados volúmenes 1 al 7


Escrito por Guillermo Alejandro Bernal Rodríguez, publicado en La música de nuestros ancestros, 2014, ISBN 978-958-58771-0-8