martes, 26 de mayo de 2015

Maestro Samuel Bernal


MAESTRO SAMUEL BERNAL

Este humilde campesino oriundo de La Ceja del Tambo5, nació en la vereda San Miguel, el 13 de abril de 190013,14, en el hogar conformado por Blas Bernal y Francisca Patiño8. Fue el segundo hijo del matrimonio.

Debido a las circunstancias de lugar: vivía en la zona rural, lejana del área urbana del municipio, en los albores del siglo XX, y de modo: pertenecía una familia campesina pobre, su formación académica fue muy limitada, al punto de llegar a su juventud con nociones muy elementales de las letras y las operaciones aritméticas básicas. 

Dedicó su juventud al cultivo de las tierras de otros, jornaleando por un pago para su sustento, y en algunas ocasiones llegó a trabajar la arriería, con Valerio Carmona, su cuñado, principalmente entre el oriente de Antioquia y Medellín,  llegando a ir hasta los que ahora son los departamentos del Eje Cafetero21.

De ese tiempo sus mayores recuerdos, cuando hablaba de su niñez, se remitían a la pobreza en que vivían en su casa de “El Burro”, y a los desastres y hambrunas que causaron las plagas de langosta que azotaron el oriente antioqueño en la primera y la segunda década del siglo XX.

Gracias a su musicalidad innata10 que, según la tradición oral9, provenía del contacto con su abuelo paterno Juan María Bernal, quien interpretaba la lira, desde la edad de 11 años comenzó a tocar tiple, lira y guitarra103 en forma destacada, conformando un trío con Carlos Toro y Cruz Carmona, y con él amenizaban verbenas9.

Fue precisamente durante una festividad de la Virgen Inmaculada9,17, celebrada con toda la pompa en la vereda “Las Lomitas”, por el presbítero Jesús María Piedrahita Duque28, que Samuel y sus compañeros de trío, reforzado para la ocasión con Francisco Cardona, también músico de cuerdas, conocieron un armonio15. 

Después de una de las salves en la finca del Padre Piedrahita, el sacerdote invitó a Samuel a que tocara el armonio portátil, que había mandado traer desde la iglesia del pueblo, para ver cuál de los músicos lo podía poner a sonar. Al principio no pudo interpretar nada, pues desconocía por completo el instrumento y su teclado, pero luego se animó y como pudo toco de oído una pieza conocida15.   

Gracias a su capacidad musical logró interpretar en el armonio portátil los cantos en latín que él conocía, y que hasta ese momento se cantaban sin acompañamiento instrumental. Ante estos acontecimientos el Padre Piedrahita lo comprometió para que tocara en la iglesia, pero ya no en el armonio portátil, sino en el armonio grande, de fuelle.

El armonio grande era francés, con un teclado de 8 octavas y 14 registros (13 individuales para el teclado y uno que quedaba a la altura de la rodilla del ejecutante, que abría los 13 anteriores cuando se requería un tutti). Era de sistema neumático, contaba con dos pedales que llenaban de aire un fuelle a su interior15.

Viendo el sacerdote las capacidades artísticas de Samuel le contrató como profesor de música al Maestro José María Bravo Márquez16. Debía recorrer Samuel una distancia de 8 kilómetros a pie, desde su vivienda rural hasta la Iglesia, para recibir la lección en el armonio de fuelle, y luego devolverse ya de noche hasta su casa.     

En 1923 contrajo matrimonio con María Cleofe González Carmona y se trasladó de la vereda San Miguel a la cabecera municipal13. En ese momento era un campesino jornalero, que tocaba lira con sus amigos en un trío30, y estudiaba órgano con el organista mayor de la iglesia parroquial de La Ceja16 – el Maestro Bravo Márquez-31.   

Les contaba a sus hijos el Maestro Alejandro que, en ese momento la vida de Samuel -su progenitor-, sufría muchos cambios extremos, que en ocasiones no le eran fácilmente asimilables.

Uno de ellos tenía que ver con sus dedos y manos tan gruesos7 que eran toscos para la labor musical, por ello tenía que modificarlos para adquirir la agilidad digital y la flexión en sus muñecas, que le permitieran percutir adecuadamente las notas a la velocidad que el ritmo de las piezas le indicaban y con la exactitud que la partitura lo exigía.

Para este menester María, su esposa, le tenía preparada cada tarde, cuando llegaba de jornalear, una palangana con agua caliente, en la cual Samuel al llegar a casa, después de descargar la jíquera, el machete y el azadón, metía sus manos en la jofaina y las estiraba y flexionaba, para aflojarles las callosidades propias de la faena agraria18, acto seguido, cuando ya las sentía menos rígidas, se sentaba durante horas a practicar en el armonio.

Otro cambio que tuvo que asimilar fue el de calzarse, debido a que cuando el Maestro Bravo Márquez32 dejó su puesto de maestro de capilla97 en la parroquia de La Ceja, lo asumió el Maestro Jaime Santamaría Vasco30,31, quien aceptó enseñarle13 a tocar el órgano tubular, pero exigió que su alumno usara zapatos, para que le fuera más fácil y coordinado tocar los bajos del pedalero20. Lo anterior requirió dos acciones: aprender a usar zapatos, después de haber “andado a pie limpio” durante casi tres décadas; y tener que sacar de su exiguo jornal dinero para un lujo que en medio de las necesidades familiares era un gran sacrificio. 

Adicionalmente le correspondió continuar sufragando los costos de las clases que recibía, teniendo que destinar de su escaso salario como jornalero, la suma de 70 centavos mensuales, para pagarle al Maestro Santamaría13.

Amén de todas estas penurias y sacrificios, el tiempo que tenía que dedicar a arar la tierra para recibir un jornal, llevaba en ocasiones a Samuel a no rendir adecuadamente con el repertorio que le dejaban de tarea, haciendo que el Maestro Santamaría le expresara abiertamente al Padre Piedrahita, sus dudas sobre el compromiso de su alumno con la música.

Todo ello llevó a Samuel a tomar la determinación de rendirse y devolverse para “El Burro”7.

En esas deliberaciones consigo mismo estaba cuando María, su esposa, en un acto de osadía le al Presbítero Piedrahita contó de las intenciones de su marido, quien le ordenó no obedecerlo por mandato de la iglesia, y como deber marital no dejarlo abandonar la carrera musical17.        

Como reconocimiento a su constancia y capacidad musical, fue nombrado por el Padre Piedrahita en 192813, organista titular de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, cargo que desempeñó por 52 años -hasta 198010-.

Les contaba el Maestro Alejandro Bernal a sus hijos que, teniendo él 13 años, don Samuel, su progenitor, lo llevó a Abejorral a visitar a Manuel José, su hermano mayor, quien era el corista de iglesia Nuestra Señora del Carmen79, y a disfrutar de un concurso de bandas que había en el municipio. Decía el Maestro Alejandro que su sorpresa fue mayúscula cuando en una alborada, cinco bandas municipales se ubicaron alrededor de la plaza, y en homenaje a quien para ese entonces ya era un compositor reconocido, interpretaron al unísono Amanecer13 (marcha festiva, con la introducción y sus tres partes distribuídas de manera ordenada y en las tonalidades clásicas)15.

Músico respetado y admirado31, ortodoxo en la interpretación instrumental, llegó a tener en su repertorio obras de envergadura técnica, tales como oberturas y piezas de exigente ejecución, a más de la música religiosa del momento que requería de verdaderos virtuosos del órgano tubular10,20. También se desempeñó  como director de la banda parroquial de La Ceja, y al preguntarle en una ocasión cómo enseñaba a manejar instrumentos que él no tocaba, muy serio contesto:”para eso están los libros” 10.

Sorprende y contrasta el párrafo anterior, con el inicio de la biografía. La superación y el esfuerzo demostrados por el Maestro Samuel Bernal Patiño son dignos de admirar, toda vez que pasó gracias a su constancia, de ser un joven cuyos conocimientos del castellano eran rudimentarios18, a tener una caligrafía y ortografía7 que aún hoy en día son dignas de admiración entre quienes tienen contacto con sus datos, reportados en los libros que manejó pulcramente durante su ejercicio como secretario del despacho parroquial19.

Adicional a esa tarea tuvo que aprender a leer y comprender el italiano de los libros de música en los que estudiaba, y el latín, el idioma de la iglesia católica en  el tiempo en que se desempeñaba como corista, trabajo en el cual no sólo tenía que cantar sino escribir en papel pautado104 –musical- y enseñarle las obras a los miembros del coro9, para poderlas interpretar adecuadamente durante los servicios religiosos.

Pero su labor docente más importante y destacada la desempeñó enseñándole a sus hijos: Manuel J., Alejandro, Jesús María,  y Juan Alberto, solfeo, y las bases de la interpretación magistral del órgano tubular y el armonio, amén de la dirección musical, toda vez que también aprendieron a dirigir y realizar arreglos para grupos musicales, tal como lo aprendió El Maestro Samuel, de su profesor el Maestro Tomás Pérez29.

En su vida como corista titular de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen16, cantó además de trisagios, salves y entierros, 48.180 misas, y en su vida como músico formó seis bandas de músicos, cinco de cuerda, y la banda parroquial103.   

Miembro respetable de la comunidad cejeña, fue condecorado por la Santa Sede10. El texto del diploma reza así: “El Sumo Pontífice Paulo VI se ha dignado conceder la condecoración de la Cruz Augusta, por la Iglesia y por el Pontífice, al señor Samuel Bernal, establecida para aquellos que realizan una obra insigne. e igualmente le concede la facultad de lucir esta distinción. Ciudad del Vaticano, Septiembre de 1971103.

Al condecorarlo, el señor Obispo de la Diócesis de Sonsón-Rionegro, Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, le dijo: “Este homenaje no lo pidió usted, don Samuel, sé que no lo necesita. Este homenaje lo pidieron su párroco, su Obispo y sus amigos. No es un acto de agradecimiento, es un acto de justicia con un hombre que dedicó los mejores años de su vida al servicio de la comunidad”. En 1979 recibió la Orden al Mérito Cejeño, por su aporte a la comunidad13.   

A los 82 años de edad, debido a padecimientos severos de salud, tuvo que ser remitido a Medellín, profetizando antes de salir de La Ceja para esa ciudad, que “yo de este viaje ya no vuelvo”. Falleció en Medellín el 17 de marzo de 1982.

El Maestro Samuel Bernal Patiño, es el patriarca de una estirpe musical dentro de la que se destacan como organistas los Maestros Manuel J. Bernal31, Alejandro Bernal, Jesús María (Suso) Bernal, Alberto Bernal, y como cantantes del género religioso las Señoras Pastora Bernal, Isabel Bernal, y las Señoritas Carmen Emilia Bernal y Albertina Bernal.   

Músico fecundo compuso innumerables obras musicales, entre ellas tres dedicadas a sus hijos: Carmen, Nino, y Cecilia.



También compuso variadas marchas, valses, pasillos y pasodobles, dentro de los que se destacan: A Nena, Alegría, Amanecer, Amapola, Amorío, Angelito, Cariño, Corazón que llora, Hacia La Cruz15, Feliz año nuevo, Festejos, Flor del valle, Juguetón, Junto a la cruz, Lamentos, Ligia, Rintanita, Una noche, Oh Madre, Ven13,19.


Escrito por Guillermo Alejandro Bernal Rodríguez, publicado en La música de nuestros ancestros, 2014, ISBN 978-958-58771-0-8




 

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