Carta a Felipe. Medellín
11/03/10
Hola Felipe, ¡qué alegría
sabernos tus papás! Ha pasado mucho tiempo desde que yo -tu papá- te cargué tan
sólo unos minutos después de que hubieras salido del útero de mami, y recuerdo
aún el temor que me daba agarrarte entre mis manos, por lo frágil que eras.
¡Has crecido! Tanto que ya
tú tienes control sobre tu cuerpo y sobre tu mente. Ya los símbolos son
interpretados por tu cerebro como palabras que tienen significados específicos.
¡Es fantástico observarte progresar!
Pero. Porque en la vida
siempre habrá un pero acompañándonos, crecer tiene su precio. Y el precio de
este proceso, en nuestro caso, se mide en unidades de responsabilidad.
Ahora cuando todavía somos
tus maestros, cuando todavía te enseñamos a descubrir la vida, a cumplir tus compromisos, vemos que a veces
es muy fácil instruirte, tú comprendes lo indicado y los acatas.
A veces a nosotros nos
corresponde ejercer la autoridad y buscar los medios que te permitan entender
que tus deberes, así como los nuestros, en muchos momentos de la vida no son
negociables y, simplemente tenemos que cumplir la tarea que se nos ha
encomendado.
¿Puedes imaginarte una vida
sin responsabilidades? Por ejemplo: imagínate tu vida sin nosotros. Sin nuestra
responsabilidad de cuidarte, de protegerte, de guiarte. Ese es el compromiso
que nosotros hicimos con la vida familiar, el de ser tus papás y, como siempre,
haremos lo mejor que esté en nuestras manos para cumplirlo, incluso, cuando nos
corresponda, ejerciendo nuestro deber paternal de dirigirte. Esos momentos de nuestra
vida como padres no nos gustan pero, tampoco los podemos eludir, debemos cumplir
nuestras misiones lo mejor que podamos.
Ahora que tu capacidad de
comprender te permite saber la diferencia entre lo bueno y lo malo, te escribimos
para reiterarte lo maravilloso que es para nosotros ser tus papás. Eres un ser único
e irrepetible, cada día junto a ti ha valido la pena plenamente de haber sido
vivido. Nos entusiasma tu capacidad infinita de amar, de seleccionar lo bueno
para conservarlo y desechar lo malo, sin rencores, sin que tu mente se enrede
en sandeces como el odio. Tú simplemente escoges ese camino que te hace feliz y
lo sigues, de ese comportamiento ejemplar tenemos mucho que aprender.
Te seguiremos colaborando en
el proceso de auto cuidado y, en la selección de los criterios que tengas –como
niño- para vivir la vida. Te llevamos una ventaja en años vividos, es decir en
experiencia y, los sabios dicen que “la experiencia no se improvisa”.
El conocimiento sólo se va adquiriendo con la
mezcla de tiempo y de estudio, por eso te ofrecemos nuestras vivencias, nuestro
recorrido y, aunque sabemos que habrá caminos felices y tristes que tendrás que
andarlos por ti mismo, habrá otros que con nuestro amor, nuestro acompañamiento
y nuestro papel de padres, no los tendrás que vivir y menos padecer.
¡Nos sentimos felices de ser
tus papás! Todos los días le agradecemos a Dios tu alegría, tu sinceridad, tu
inocencia, tu generosidad, tu entusiasmo sin límites, y le pedimos a ese mismo
ser supremo que nos permita –a papi y a mami- guiarte con cordura, sin excesos,
con la capacidad de entender en familia que a veces ser papás nos obliga a
decirte no, cuando en lo más intimo de nuestro ser sabemos que ese no, nos
duele más que a ti pero, quien más que nosotros estamos llamados en tu vida, a
ser los que establezcan los límites.
Llegará, porque sabemos que
así será, el momento en que dejemos de ser tus maestros, incluso algún día tú nos enseñaras y nosotros aprenderemos
muchas actividades maravillosas que el progreso permitió que tú aprendieras
antes que nosotros.
También nos tocará vivir el
final de tu infancia y entrar en tu adolescencia. Te pedimos que recuerdes en
ese entonces, que pasamos muchos momentos felices en los que la autoridad no
era un atributo que teníamos que ejercer en forma enérgica e innegociable. Después hablaremos de ese momento, por ahora
sigamos en tu infancia, etapa en la que tu imaginación te permite vivir en
mundos de chocolate y tu sonrisa nos llena de
emoción el corazón.
Hijo querido. Te llegó el
momento de comenzar a vivir con responsabilidad. Antes ni siquiera eras
responsable de controlar tu cuerpo y tus necesidades, y por ejemplo, orinarte o
echarte la comida en la ropa no nos creaba inconvenientes, ahora ese proceso es
una meta superada. Ahora tu mente interpreta lo que ven tus ojos, ya comienzas
a leer y a escribir.
Actualmente, tal vez sin
comprender por qué, nos obedeces. Nuestra responsabilidad es enseñarte los
límites, y la tuya es aprenderlos y respetarlos. Así conocerás en profundidad el
significado de la libertad y entenderás que ésta termina donde empieza la de nuestros
semejantes, así podrás continuar viviendo en comunidad, respetándote a ti mismo
y respetando a los demás.
Hijo ¡TE AMAMOS! Mami y papi.
11/03/10.
No hay comentarios:
Publicar un comentario