jueves, 3 de mayo de 2012


Carta a Felipe. Medellín 11/03/10



Hola Felipe, ¡qué alegría sabernos tus papás! Ha pasado mucho tiempo desde que yo -tu papá- te cargué tan sólo unos minutos después de que hubieras salido del útero de mami, y recuerdo aún el temor que me daba agarrarte entre mis manos, por lo frágil que eras.

¡Has crecido! Tanto que ya tú tienes control sobre tu cuerpo y sobre tu mente. Ya los símbolos son interpretados por tu cerebro como palabras que tienen significados específicos. ¡Es fantástico observarte progresar!

Pero. Porque en la vida siempre habrá un pero acompañándonos, crecer tiene su precio. Y el precio de este proceso, en nuestro caso, se mide en unidades de responsabilidad.

Ahora cuando todavía somos tus maestros, cuando todavía te enseñamos a descubrir la vida,  a cumplir tus compromisos, vemos que a veces es muy fácil instruirte, tú comprendes lo indicado y los acatas.

A veces a nosotros nos corresponde ejercer la autoridad y buscar los medios que te permitan entender que tus deberes, así como los nuestros, en muchos momentos de la vida no son negociables y, simplemente tenemos que cumplir la tarea que se nos ha encomendado.

¿Puedes imaginarte una vida sin responsabilidades? Por ejemplo: imagínate tu vida sin nosotros. Sin nuestra responsabilidad de cuidarte, de protegerte, de guiarte. Ese es el compromiso que nosotros hicimos con la vida familiar, el de ser tus papás y, como siempre, haremos lo mejor que esté en nuestras manos para cumplirlo, incluso, cuando nos corresponda, ejerciendo nuestro deber paternal de dirigirte. Esos momentos de nuestra vida como padres no nos gustan pero, tampoco los podemos eludir, debemos cumplir nuestras misiones lo mejor que podamos.

Ahora que tu capacidad de comprender te permite saber la diferencia entre lo bueno y lo malo, te escribimos para reiterarte lo maravilloso que es para nosotros ser tus papás. Eres un ser único e irrepetible, cada día junto a ti ha valido la pena plenamente de haber sido vivido. Nos entusiasma tu capacidad infinita de amar, de seleccionar lo bueno para conservarlo y desechar lo malo, sin rencores, sin que tu mente se enrede en sandeces como el odio. Tú simplemente escoges ese camino que te hace feliz y lo sigues, de ese comportamiento ejemplar tenemos mucho que aprender.

Te seguiremos colaborando en el proceso de auto cuidado y, en la selección de los criterios que tengas –como niño- para vivir la vida. Te llevamos una ventaja en años vividos, es decir en experiencia y, los sabios dicen que “la experiencia no se improvisa”.

 El conocimiento sólo se va adquiriendo con la mezcla de tiempo y de estudio, por eso te ofrecemos nuestras vivencias, nuestro recorrido y, aunque sabemos que habrá caminos felices y tristes que tendrás que andarlos por ti mismo, habrá otros que con nuestro amor, nuestro acompañamiento y nuestro papel de padres, no los tendrás que vivir y menos padecer.

¡Nos sentimos felices de ser tus papás! Todos los días le agradecemos a Dios tu alegría, tu sinceridad, tu inocencia, tu generosidad, tu entusiasmo sin límites, y le pedimos a ese mismo ser supremo que nos permita –a papi y a mami- guiarte con cordura, sin excesos, con la capacidad de entender en familia que a veces ser papás nos obliga a decirte no, cuando en lo más intimo de nuestro ser sabemos que ese no, nos duele más que a ti pero, quien más que nosotros estamos llamados en tu vida, a ser los que establezcan los límites.

Llegará, porque sabemos que así será, el momento en que dejemos de ser tus maestros, incluso  algún día tú nos enseñaras y nosotros aprenderemos muchas actividades maravillosas que el progreso permitió que tú aprendieras antes que nosotros.

También nos tocará vivir el final de tu infancia y entrar en tu adolescencia. Te pedimos que recuerdes en ese entonces, que pasamos muchos momentos felices en los que la autoridad no era un atributo que teníamos que ejercer en forma enérgica e innegociable.  Después hablaremos de ese momento, por ahora sigamos en tu infancia, etapa en la que tu imaginación te permite vivir en mundos de chocolate y tu sonrisa nos llena  de  emoción el corazón.

Hijo querido. Te llegó el momento de comenzar a vivir con responsabilidad. Antes ni siquiera eras responsable de controlar tu cuerpo y tus necesidades, y por ejemplo, orinarte o echarte la comida en la ropa no nos creaba inconvenientes, ahora ese proceso es una meta superada. Ahora tu mente interpreta lo que ven tus ojos, ya comienzas a leer y a escribir.

Actualmente, tal vez sin comprender por qué, nos obedeces. Nuestra responsabilidad es enseñarte los límites, y la tuya es aprenderlos y respetarlos. Así conocerás en profundidad el significado de la libertad y entenderás que ésta termina donde empieza la de nuestros semejantes, así podrás continuar viviendo en comunidad, respetándote a ti mismo y respetando a los demás.

Hijo ¡TE AMAMOS!  Mami y papi.     

11/03/10.       

 

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