Medellín
28 de febrero de 2012.
¡Hola
Felipe, hijo querido!
Sabemos
cómo estás: Más alto pero, aún muy delgado –para nuestro gusto-, y muy hábil y
atento.
En
días pasados recibimos las calificaciones. Tanto la mamá como yo nos sentimos
felices y orgullosos por tu esfuerzo y entrega académica. Es evidente que eres
muy inteligente y disciplinado. Los profesores hablan muy bien de ti, y de
nosotros, porque ellos saben que no habría un buen hijo sin unos buenos padres
y, por supuesto, no habría un buen estudiante sin un estimulo como el que te
brinda “mami”, quien te ayuda a estudiar y anima para que aprendas. Yo también
te aliento, aunque por estar enseñando en la universidad, no puedo compartir
tanto las labores académicas en la noches, como quisiera.
Eres
tan inteligente hijo querido que, cuando te sientas frente al piano, aprendes
en poco tiempo lo que yo me demoraba hasta el triple de tiempo en aprender.
Ahora necesitas no olvidarlo, porque a veces olvidas lo aprendido. ¿Por qué lo
olvidas? porque no lo practicas, y la frase dice: “la práctica hace al
maestro”. Así que hay que practicar las piezas musicales aprendidas en el
piano, o si no, las olvidarás para siempre.
Sobre
el respeto por la persona, y sus individualidades, te repaso los resultados que
gracias a las negociaciones y al diálogo hemos obtenido: Ya no estás en Hapkido,
porque pediste expresamente que te retiráramos, y respetamos tu decisión.
Continuas en Hip hop porque te gusta, y así lo has querido. Continuas con Lucy
en las clases de lecto-escritura, que como bien has dicho, son maravillosas,
porque las dicta una persona que según tus palabras “es como mágica”, todo lo
hacer ver agradable. Empezaste las clases con Marcela, la mamá de Mateo, y vas muy
bien y feliz, en ellas compartes con tu amigo Felipe Silva. Querías entrar a
futbol, y el papá y la mamá hicieron el esfuerzo de ingresarte, y allá también
estás feliz porque te enseñan mucho, y compartes con tus amigos. Y lo mejor, ya
faltan sólo cuatro clases para terminar el último curso de natación que harás
sin haberlo solicitado. Después de este curso, sólo volverás a natación cuando
lo decidamos en familia, eso quiere decir que volverás a entrenar natación
cuando tú quieras y nosotros podamos costeártelo.
Hijo
querido, te queremos tanto que buscamos sorpresas para ti que te sean agradables,
muy agradables, como la que tuviste cuando te llevamos con tus amiguitos a
conocer a los jugadores del Nacional. Recuerdas como estabas: ¡feliz!
Yo,
como papá diría que tu vida es alegre, pero hay un factor que nos está
alterando a “mami, papi y Feli” la vida. Es tu falta de control ante agentes
desestabilizantes.
Los
tres sabemos que hay seres en tu vida que te alteran, y que no los toleras.
Esos seres existen y existirán en nuestras vidas. Hay que saber vivir con
ellos. Yo estoy de acuerdo contigo en que la mejor forma de evitar que ellos le
alteren a uno la vida, es evitándolos.
Hay
momentos en que evitar lo que nos molesta es lo mejor, y hay momentos en que no
podemos evitar el contacto con seres y situaciones que nos serán incómodos.
Entonces ¿qué hacemos ante esos hechos, personas y circunstancias? Procuramos
disminuir el tiempo en que nos toca compartir conjuntamente, nos alejamos en
todo momento, siempre y cuando las circunstancias nos lo permitan, y cuando
definitivamente nos toca compartir mucho tiempo con las personas que no nos son
totalmente afines, procuramos estar calmados, ser muy respetuosos, tolerantes,
y demostrándonos a nosotros mismos que nuestra fuerza de voluntad es tan grande
que, aunque no queríamos estar en una situación en especial, o con alguien,
fuimos muy decentes, no nos ofuscamos, mostramos toda nuestra educación.
Felipe,
hijo querido, por favor ten calma, sé paciente, no permitas que las personas
conozcan tu debilidad ante las actividades que no dominas, o las personas que
te molestan. Recuerda: evítalas en la medida de las posibilidades, y si te es
obligado compartir con ellas, no dejes que la rabia sea la que conduzca tus
decisiones. Retírate de donde está sucediendo el hecho incómodo, y dinos a mami
o a papi que es lo que sucede. Además tomate unos minutos, bastantes minutos
para dejar que la impaciencia se acabe, y si notas que estás tranquilo, vuelve
al lugar, y con los que te exasperan. Si no te sientes en condiciones de
volver, no compartas con esas personas, y no te alejes de nosotros. Si nos es
posible que tengas tranquilidad en su compañía, ven con nosotros, quienes
procuraremos solucionar la dificultad, hablando para que ésta no continué, y si
vemos que no es posible modificar la actitud de quienes te molestan, nos retiraremos del lugar.
Hijo,
no tienes que sufrir solo, y menos por eventos evitables, ¡tienes papás que te quieren como lo mejor del mundo!, y te protegerán
como lo más importante en sus vidas, es decir en nuestras vidas.
¡Hijo te amamos, cuenta
con nosotros!
Papi y mami
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